LA
MONTAÑA DONDE SE ABANDONAN A LOS ANCIANOS
(LEYENDA
JAPONESA)
En
una aldea vivía un campesino que cumplió sesenta años. Puesto que
tales eran las órdenes del señor del lugar, había llegado el
momento de abandonarlo en la montaña. Así que su hijo se cargó al
anciano sobre las espaldas y emprendió el camino hacia las montañas.
Mientras caminaba y se acercaban más y más hacia el lugar señalado,
el anciano, montado sobre la espalda de su hijo, iba quebrando
ramitas de los árboles para señalar la ruta.
-Padre,
padre, ¿por qué haces eso? ¿Es para encontrar el camino de vuelta
a casa?-preguntó el joven.
-No,
pero vamos a un lugar muy lejano y agreste, y sería fatal que tú no
pudieras encontrar el camino de regreso, por eso dejo estas señales.
Al
hijo se le llenaron los ojos de lágrimas al oír esto y constatar
cuán generoso era su padre, pero ¿qué podía hacer? Era imposible
desobedecer las órdenes del señor.
Finalmente,
la pareja llegó al lugar señalado y una vez allí el hijo, con gran
dolor de su corazón, dejó abandonado a su padre.
Pero al poco tiempo regresó:
Pero al poco tiempo regresó:
-¿Qué
has estado haciendo hasta ahora?- preguntó el anciano.
-He
intentado regresar por una ruta diferente, pero no encuentro el
camino. Por favor, te ruego que me digas por dónde debo ir.
Así
volvió a cargarse a su padre sobre la espalda y, siguiendo sus
instrucciones, bajó por la ladera de la montaña mientras el viejo;
guiándose por las ramas rotas, le indicaba el camino. Cuando
llegaron a casa, el hijo escondió a su padre bajo las tablas del
suelo. La familia le daba de comer cada día y se mostraba agradecida
por su cariño.
Sucedía
que el señor del país a veces ordenaba a sus súbditos realizar
tareas muy difíciles. Un día reunió a todos los campesinos del
pueblo y les dijo:
-Cada
uno de vosotros me tiene que traer una cuerda tejida con ceniza.
Los
campesinos se quedaron muy preocupados. Pues sabían que era
imposible tejer una cuerda con ceniza. El joven del que hemos estado
hablando volvió a su casa, llamó a su padre, que seguía oculto
bajo las tablas del suelo, y le dijo:
-Hoy
el señor ha ordenado que todo el mundo traiga una cuerda tejida con
ceniza. ¿Cómo es posible hacer algo así?
-Verás-explicó
el anciano-, tienes que trenzar una cuerda apretando mucho las
hebras. A continuación, quémala con cuidado hasta que quede
reducida a cenizas. Después puedes llevársela al señor.
El
joven campesino, feliz por haber recibido este consejo, siguió las
instrucciones de su padre. Hizo una cuerda con cenizas y se la llevó
al señor. Nadie más había podido realizar, sólo el joven había
cumplido el mandato del señor, quien le felicitó y alabó
enormemente por ello.
Otro
día, el señor convocó nuevamente a sus súbditos y les ordenó lo
siguiente:
-Cada
uno de vosotros ha de traerme una concha atravesada por un hilo.
El
joven campesino volvió a dirigirse a su padre para pedirle consejo.
-Coge
una concha y orienta la punta hacia la luz-explicó el anciano-.
Después
toma un hilo y pégale un grano de arroz. Dale el arroz a una hormiga
y que camine sobre la superficie de la concha. De este modo podrás
pasar el hilo de un lado a otro.
El
hijo siguió las instrucciones y de este modo pudo cumplir con el
mandato que le habían dado. Le llevó la concha al señor, quien se
mostró muy impresionado.
-Me
tranquiliza tener en mi dominio personas así. Dime, ¿cómo es
posible que seas tan sabio?- preguntó.
El
joven repuso:
-A
decir verdad, se supone que tendría que haber abandonado a mi padre
en la montaña, pero sentí tanta pena por él que lo volví a traer
y lo oculté bajo las tablas del suelo de mi casa. Las tareas que nos
ordenasteis eran tan difíciles que tuve que preguntarle a mi padre
cómo debía hacerlas, y yo las he hecho siguiendo las instrucciones
y os las he traído.
Y,
honradamente, el joven explicó a su señor todo lo que había
sucedido.
Cuando
el señor escuchó aquello quedó muy impresionado y se dio cuenta de
que las personas mayores son muy sabias y hay que cuidarlas
solícitamente.
Así
que ordenó que, desde ese momento, ningún otro anciano fuera
abandonado en la montaña.
COMPRENSIÓN
LECTORA
- ¿En dónde iba montado el anciano camino hacia la montaña?
- ¿Qué utilizaba el anciano para recordar el camino de regreso de las montañas?
- ¿Qué trabajos ordenó el señor del país a sus súbditos?
- ¿Cómo resolvió el campesino el problema de la cuerda tejida con ceniza?
- ¿Por qué el anciano volvió de regreso a casa con su hijo?
- ¿Cómo piensas que era el camino que tenía que recorrer hasta las montañas?
- El señor decidió no enviar a más ancianos a la montaña. ¿Por qué crees que tomo esa decisión?
- ¿Crees que el hijo hizo lo correcto escondiendo al padre en su casa?
- El señor, ¿actuaba bien al enviar a los ancianos a la montaña? ¿Por qué?
- ¿Por qué crees tú que las personas mayores son tan sabias?
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